Viaje hacia la cima del cerro

6 de febrero de 2010


Hay momentos en los que la rabia, el miedo, la pena, la verguenza, el orgullo y el (auto)engaño se mezclan de una manera que se hace inidentificable. Es en esos momentos en los que yo mando todo a la mierda. No es que me guste aceptarlo, ya que no me siento muy orgulloso de comportarme así, me gustaría ser distinto, pero quizás hay cosas que a veces es mejor no tratar de modificar. Cuando uno es su propio enemigo es imposible ganar. No es que considere que todo esto sea una competencia. Con ganar me refiero a sacar algún provecho, no necesariamente ganarle a otro.

- Me cansa todo lo que piensas.
- Si a ti te cansa escucharme imagínate cómo lo hago yo que tengo que escucharme todo el día, todos los días y por el resto de mis días.
- Debe ser cansador.
- Ya estoy acostumbrado.
- Pues yo no.
- ¿Se te olvidó el tema de nuestra discusión?
- No, obvio que no.
- Ok, entonces ¿Qué opinas al respecto?
- Nada.
- Discúlpame, pero ahora estoy enojado y necesito tiempo fuera.
- Pero yo no quiero estar como ayer.
- Discúlpame, necesito sentirme un poco menos pal pico.
- ¿Me estai mandando a la mierda?
- (Sí) No, para nada. Sólo me estoy dando un tiempo para tranquilizarme.
- ...

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